ARTANA Y SUS POBLADORES: LOS MINEROS

José Seba

A lo largo de nuestra vida a todos pasamos por circunstancias parecidas. Una muy habitual es encontrarnos lejos de nuestro hogar con gente conocida, que no esperabas ver. Según el lugar en que te encuentras le das más o menos importancia.

Dos personas que en el pueblo cuando se cruzan apenas se dicen nada -ya que se ven todos los días- al encontrarse en Castellón, pueden incluso cruzar a la otra acera para saludarse, manteniendo un diálogo poco más o menos así:

-¿Qué haces aquí?

-He venido a comprarle unos zapatos al chiquillo

-Yo he venido por un poco de trabajo.

-Si quieres puedes volver en mi coche.

-No muchas gracias, pues no sé cuándo acabaré la faena.

Pero eso no es verdad, lo que pasa es que no hay bastante confianza entre ellos para decirle que sí.

Si estas mismas personas se encuentran en Valencia hay un cambio de actitud. Se saludan más efusivamente, pueden tomar algo juntos y se hablan con más confianza incluso pueden contarse algunas cosas que antes no habrían hecho, el diálogo es más profundo.

-Tengo el hijo en el hospital La Fe, que van a hacerle unas pruebas, ¡ya veremos si le salen bien!

-¡Ojala no sea nada! Yo he venido a arreglar unos papeles en la Generalitat. Hoy en día se necesita ser abogado para entender la burocracia

En Madrid o Barcelona el saludo es más caluroso y afable, se dan la mano y se abrazan, aprovechan para comer juntos y divertirse, también para contarse amigablemente las novedades del pueblo.

Si esto ocurre en cualquier otro país, el encuentro ya no sería casual, si alguno de los dos se tuviera que desplazar previamente visitaría a los padres del que estuviera allí. Cuando llegara sería recibido como un hermano, dándole toda la información y ayuda necesaria, incluso la propia casa.

En concreto dos personas que en circunstancias normales en el pueblo apenas tenían relación, o si la tenían era un tanto fría, han pasado a compartir mesa y mantel, la amistad será intensa y duradera. Esas son las ventajas de vivir en un pueblo pequeño

Voy a contar una anécdota que se ajusta a esta situación por la emoción que sentí al escuchar lejos de mi tierra el nombre de mi comarca.

                Estábamos en una tertulia de verano en la terraza del hotel de un pueblecito de la provincia de Ávila llamado Gimialcón, al lado de Peñaranda de Bracamonte, al que fuimos con motivo de una boda.

                Éramos gente de varios sitios de España y me preguntaron que de dónde era. Yo contesté que valenciano, de un pueblo de la provincia de Castellón. Allí se encontraba una chica que era de Madrid, dijo:

                -Yo conozco bastante todas las comarcas de esa provincia, y sobre todo el Parque Natural de la Sierra de Espadán. Estuve haciendo la tesis doctoral sobre su flora, que por cierto, es la más rica en especies de España, y puede ser que de todo el Mediterráneo; aparte tiene el mejor aceite de oliva del mundo con diferencia.

                Esta chica era bióloga y trabajaba en el Jardín Botánico de la estación del tren de Atocha -Madrid.

                Yo le dije que mi pueblo está dentro de ese Parque Natural y que se llama Artana y cerca del mar. Nos alegramos mutuamente.

 

La Serra Espadà, aparte de ser rica en Flora y en aceite, tiene muchas otras cosas. Todo lo que producen sus montañas es de una calidad contrastada, sobre todo sus aguas que al filtrarse por el rodeno de sus montañas le da un sabor muy agradable al paladar.

También es rica en minerales, sobretodo hierro. Éste ya se extraía mucho antes de la llegada de los árabes. Su material se fundía por todo el Valle de Artana en sitios como La Solana, El Pinar, El Cup, Llomet de Solina, El Racó, La Artiga o Aigües vives; allí podemos encontrar restos de fundiciones o como los nativos decimos “Caga-Ferro”. Hay una circunstancia que quiero resaltar y es que donde hay escoria de hierro hay una fuente de agua, y aparte los olivos del entorno son milenarios. Eso demuestra que en cada fundición tenía que haber un asentamiento primitivo Se dice que el hierro era de tanta calidad que lo exportaban a Toledo, cuna de forjadores de espadas, o sea que Artana le debe a las Minas, así como al aceite, su evolución. Aun hoy el aceite está muy considerado y viene gente de todas las comarcas a comprarlo.

Después hablaremos de los mineros pero si me permiten les mostrare una Loa que he osado con mis humildes conocimientos dedicarle a los olivos y su fruto. Dice así:

 

                0da al olivo

 

Olivo que en la Solana estás,

y has sentido el frío,

la nieve, el viento y el agua,

pero tú has de yacer,

donde siempre ha sido tu morada.

 

Tu zumo, ¿es oro o es plata?

Es oro, pues tu color lo delata.

Desde el Monte de los Olivos

y por todo el Mediterráneo,

has ido dando el fruto

que da vida y has disfrutado.

 

Olivos del Pinar,

de lo alto contemplasteis

trajes con corbata, sayos y alpargatas,

chilabas de mil colores,

y hasta túnicas y sandalias.

 

Vasijas se han encontrado,

en un galeón camino de Roma

y en sus bodegas han hallado

ese líquido tan preciado

y para la vida necesario

eres tú, nuestro aceite de oliva.

 

Olivo tú estás triste

porque no te vengo a ver,

y tú no te lo mereces,

pues no das todo tu ser.

¡Vendré¡ ¡vendré más a verte!

 

Los romanos te plantaron.

Godos, musulmanes y cristianos

como si fueras un Dios

te cuidaron y respetaron.

 

Y ahora, unos buitres carroñeros,

especuladores e insensibles todos,

por un poco de dinero

quieren llevarte a otro lado

y es porque no te conocen

ni te aman como yo.

 

Ya en el siglo XX volvieron a explotar las minas. La gente del pueblo eran agricultores que tenían gran amor a su tierra por lo que no querían abandonarla y vino gente de fuera.

Cuando empezaron a llegar los mineros se les recibió con un poco de desconfianza, de hecho cuando a alguien se le llamaba minero, se lo decían un poco despectivamente, debido a que no se les conocía. La xenofobia es el miedo a lo desconocido, por eso es tan difícil de erradicar. Al instaurar las fronteras comenzó el problema.

Yo me pregunto, ¿Por qué las fronteras? ¿Quién las invento? ¿Porque nos separan tanto?

Fronteras, líneas imaginarias que nosotros mismos inventamos para delimitar lo que consideramos nuestro espacio. Pero ¿quiénes somos nosotros para adueñarnos de una parte del mundo? Delimitamos de un pueblo a otro, de una provincia a otra, y no digamos de Nación a Nación. A la persona que se salta esas imaginarias líneas se le considera forastera, (el que viene de fuera) y es sólo por ese desconocimiento de su cultura. Cada pueblo tiene una idiosincrasia y cambian sus costumbres dependiendo de sus necesidades culturales. Deberíamos aprender a aprovechar de cada una de esas culturas la parte buena para enriquecer nuestro mundo y aprender a convivir en armonía. Al mismo tiempo interiorizar que todos somos ciudadanos del mundo y en él todos tenemos cabida.

Todos a lo largo de nuestras vidas, todos hemos sido Forasteros en alguna parte, unas veces nos hemos trasladado para cubrir necesidades de subsistencia o para adquirir mayor bienestar. Esto nos ha hecho ir a buscar fuera de nuestro pueblo un trabajo con mejor sueldo.

También por razones sanitarias, de ocio, etc., hemos tenido que desplazarnos. Pero la consideración en estos casos es distinta, ya que no vas a quedarte mucho tiempo y el miedo ya no existe.

 

Cuando se sube a un avión y miras por la ventana solo ves llanuras, montañas, ríos, mares, pero no ves por ninguna parte fronteras o líneas que dividan la tierra en partes.

Este invento de líneas divisorias ha traído al mundo toda clase de conflictos y guerras. Decía el astronauta español Pedro Duque de su viaje al espacio, que si hicieran un viaje al cosmos todos los dirigentes del mundo cesarían de una vez por todas las guerras y los conflictos, pues del espacio sólo se ve la corteza terrestre y no se ve ninguna frontera

A cuenta de esto voy a contar una anécdota que ocurrió en un bar de Artana para que se pueda ver la ignorancia que se crea con este tipo de inventos.

                Entra un señor y se encuentra con otro de Borriana y le dice:

                -Borriana, París y Londres.

                Una persona que lo estaba oyendo le dice:

                -¿Tú sabes por qué dicen eso los de Borriana?

                El otro calla y este continúa:

                -Los de Borriana dicen que el meridiano 0º pasa por Borriana, París y Londres.

                El recién llagado que siempre quería saber más que todos contesta:

                -Pero tú no has estado por donde pasa el meridiano. Eso es un espectáculo. Las olas se juntan unas encima de otras. A mí me llevó un chico de Borriana a verlo.

 

Todo esto sin tener en cuenta que nunca el meridiano 0º puede pasar por estas tres ciudades por la situación geográfica en la que se encuentran.

Esto es lo que se consigue cuando a la gente que no tiene posibilidades de adquirir una amplia cultura, se le muestra este aspecto del mundo.

Mientras exista gente que crea que la tierra tiene muros o maromas que la separa, no avanzaremos en el camino de la igualdad.

Con todo esto intento decir que los que vivimos en esta corteza que se llama tierra estamos irremediablemente obligados a entendernos y hacer un reparto más justo y equitativo de la riqueza que genera la misma, y no considerar forastera a la persona que por circunstancias tenga que saltarse esas líneas imaginarias producto de la codicia. Venga de donde venga o tenga un color de piel diferente, antes debemos mirarnos a nosotros mismos y pensar: ¿Quién no ha ido a solventarse la vida fuera de esa línea?

Como dice un párrafo de la Biblia: “El que esté limpio de culpa que tire la primera piedra”.

 

 

La gente del pueblo – salvo los que fueron a la guerra – no se habían alejado más abajo del collado, y mucho menos las mujeres que muchas no sabían ni hablar en castellano, porque no habían tenido ocasión de ir a la escuela y mucho menos tener una radio en su casa que eran los únicos canales por los cuales llegaba este idioma a los pueblos. Esto dificultaba el entendimiento entre la gente venida de fuera que sólo hablaba castellano aumentando la xenofobia y causando ese rechazo hacia estos trabajadores.

En la actualidad nos encontramos con una situación parecida con los emigrantes de otras naciones. Creemos que nos lo van a quitar todo, pero el tiempo demuestra que no sólo no ocurre así, sino que gracias a ellos nuestras pensiones están aseguradas durante unos años. Con sus impuestos y su colaboración en la subida de la natalidad, nuestra economía ha mejorado. Hoy podemos tener el pueblo con mejores servicios con menos impuestos.

Estamos pasando por una crisis internacional producida en su mayor parte por las multinacionales y los bancos, pero somos los trabajadores los que pagamos los platos rotos. Esto nos vuelve a enfrentar entre nosotros y son los de “fuera” a los que les echamos la culpa. No señores, miremos hacia delante con valor y plantemos cara a los que nos explotan y meten cizaña para que no nos unamos en contra ellos.

Juzgamos muy alegremente y no nos damos cuenta que las apariencias engañan. Voy a contar un cuento que muestra muy pedagógicamente esta situación.

 

El país de Cutania

 

                Un barco surcaba los mares, sus tripulantes, hombres fuertes y rudos, se creían los dueños del mundo. No tenían ningún escrúpulo para conseguir todo lo que les apetecía al llegar a tierra firme. Ya sea por las buenas o por las malas, ellos conseguían su fin.

                Llegó el día en que tenían la necesidad de abastecerse de agua y comida. Se acercaron a la costa para ver si encontraban alguna desembocadura de río, no tardaron en divisar una franja de agua que se adentraba cual serpiente ondulada hacia dentro de la isla. Les pareció un río, por lo cual no dudaron en adentrarse hacia dentro. Cuando llevaban aproximadamente una milla les salieron al encuentro unos hombrecitos que, con sus pequeñas canoas, pretendían impedirles el paso. Eran los hombres del Rey Cutar del lejano país de Cutania.

                Los tripulantes del barco se rieron. ¡Qué atrevimiento intentar impedirles el paso con aquellos barquitos en miniatura, a ellos, los más fuertes de los siete mares! Levantaron los remos y sólo con dejarlos caer, aquellos barquitos se iban a la deriva y los pequeños hombrecitos zozobraban entre aquellas tranquilas aguas.

                En vista de la situación el Rey Cutar ordenó a sus hombres que se retiraran y dejaran el paso libre a los intrusos

                -¡Pero señor, si nos han amenazado diciendo que nos quitarán el agua, la comida y hasta nuestras mujeres!

                -Dejadles pasar y confiad en vuestro Rey, pues yo, Cutar, Rey de Cutania, os prometo que no va a pasar nada.

                El barco iba entrando por lo que ellos creían que era un río, escoltados a distancia por las canoas de los pequeños hombres.

                Lo que no sabían aquellos lobos de mar, era que el tal río era femenino, ¡si!, era una ría. Y que las rías a diferencia de los ríos, tienen seis horas y un cuarto de bajada y el mismo tiempo de subida.

                Llego el momento de la bajada de la marea y el barco comenzó a tener problemas para poder avanzar pues el casco del barco cada vez fondeaba menos y cuando se dieron cuenta ya habían encallado.

                Estaban rodeados de dos metros de agua que era insuficiente para mantenerse a flote. No así las canoas de los hombres pequeños que se desplazaban como querían.

                Entonces el rey puso en marcha el plan que tenía preparado. Ordenó que con sus flechas y lanzas agujerearan el casco del barco. Así lo hicieron ante la pasividad de los del barco que no podían levantar los remos por la falta de agua, ni bajar a defenderse.

                Al cabo de seis horas y un cuarto la marea volvió a subir pero el barco no se ponía a flote pues cada vez se llenaba más de agua. Así pasaron muchos días, hasta que una mañana el capitán del barco se rindió y pidió una audiencia con el Rey de Cutania. Éste accedió.

                El capitán le pidió que les ayudaran a reparar el barco para poder hacerse a la mar, ya que ella era su hogar. A cambio no les molestarían más y les protegerían de próximos piratas que intentaran molestarles

                El rey confió en la palabra del capitán, y ordenó a sus súbditos que arreglaran los agujeros que habían hecho y les dieran agua y comida para que pudieran partir. .

                Moraleja

En la vida todo no es lo que parece: lo que creían que era un río era una ría, y nunca menosprecies a un ser inferior ya que la inteligencia supera con creces a la fuerza.

 

 

Los mineros vinieron a Artana de diferentes puntos de la península, familias enteras de Sevilla, Cuenca, Almería, Albacete, Málaga, Granada, Murcia, y algunos, los menos, de Alicante o Valencia. También vino una familia de Mallorca, estuvieron un tiempo integrados en el pueblo y luego se marcharon, parece que ostentaban algún cargo de importancia en la empresa.

Gran parte de estas familias se han quedado en la población. Otras estuvieron unos años y se fueron a otras ciudades pero en su estancia en el pueblo tuvieron mucha descendencia, que ahora está distribuida por toda la geografía española, y llevan el recuerdo de Artana con mucho orgullo.

También llegaron muchos solteros. Éstos vivían al día, ya que hoy estaban aquí y a la semana que viene se iban a otro sitio. Los más conocidos eran el Lechuga, José, “el Madriles”, Sevilla, Juan, Rafael y muchos más. Vino uno que había sido jugador de fútbol, concretamente del Real Madrid, fue delantero centro allá por los años treinta y uno al treinta y cuatro; su nombre era Olivares. En el pueblo se hizo amigo de Juanito “el Ceguet” y su peña. Eran jóvenes y no pensaban en el futuro, para ellos tanto ganado, tanto comido. De esto podían dar fe el Bar de Felipe y el Bar de Vicent en La Casota, o las tabernas de Martino y de María la Blanca.

Algunos de estos jóvenes echaron sus raíces y se quedaron para siempre, ya que se casaron con chicas del pueblo, como es el caso de Rafael con Trinidad de Satorlina, Antonio Ortigosa con Soledad, Joaquín de Aulló con Carmen de Rufa (la Rubia), Joaquín con Trini del Surdo, Manolo con Marí Pachano, Francisco (Chacho) con Paquita, Pepe con Paquita Pere, Vicente Calis con Dolores de Flora, y el Gallego con María la Blanca

 

Las minas eran muy peligrosas, por la falta de seguridad. En aquella época no se pasaba ninguna revisión y el hecho de que se trabajara a destajo la convertía aún en más peligrosa, cobraban a tanto por vagoneta sacada. Por ello no se respetaba nada y al momento de explotar los barrenos ya entraban a cargar material, sin mascarillas que les protegiera, enfrentándose al polvo y al riesgo de derrumbe. Los casados querían ir a destajo para ganar más y poder mantener mejor a la familia, y los solteros para derrochar el dinero en bares y tabernas. La sensatez se pierde frente a la necesidad.

También había una mina en Villavieja de la misma empresa. Uno de los que trabajaba allí llamado Vicente “el Pato” lo hacía en el exterior, pero justo en la boca de la mina, sacando las vagonetas. Esto le dio confianza y pensó que la silicosis no le podría afectar, y no sólo le afectó sino que murió joven por ella, ya que todo el polvo de la mina lo recibía él en la salida. Sin pensarlo trabajaba en el sitio más peligroso de todos, aunque no tuviera peligro de derrumbe.

Esto nos muestra lo duro y peligroso que era este trabajo.

Pero como todo ser humano, ellos intentaban olvidarlo para no tenerle miedo. Cuando llegaba Santa Bárbara, patrona de los mineros, sabían cómo organizar sus fiestas; ésta se celebraba el 4 de diciembre.

Hubo dos años que fueron muy especiales, pues trajeron a dos cantadores de fuera. El primer año trajeron a una niña que tenía 12 ó 13 años y que cantaba como los ángeles. Con el tiempo se convertiría en figura mundial: era nada más y nada menos que Antoñita Peñuela. Ésta tuvo la desgracia de morir muy joven de accidente de coche.

Nació en Lorca, provincia de Murcia, el 23 de abril de 1947. Entre sus mejores canciones, que fueron muchas, están La Espabilá, A la Vera Vera, Cautiva, Qué buena era mi madre, El hijo del ganadero, etc. Falleció un 5 de junio de 1975 a la edad de 28 años; estaba casada con el torero Manuel Ladrón de Guevara Dávila.

A las fiestas de los mineros también se juntaba la Guardia civil, cosa que no pasaba con los del pueblo, pues había un respeto mutuo entre ambos. La actuación fue en el Café del Tío Felipe, que era un lugar frecuentado por los mineros. Estaba situado donde hoy está el Bar de la Caja.

 

Desde los años 50 hasta casi los 70 llegaron a haber más de cuatrocientos contratados que trabajaban en tres turnos.

De los primeros que vinieron fueron Juan y el Rubio, que eran de Guadalcanal, provincia de Sevilla, por parte de ellos llegaron las familias de Manolo Gordón, Francisco Chaves, Ignacio y Manuela, Esteban y Emilia, Rafael, el Chacho, Juan Chaves y su hermana Manuela, que después se casaría en el pueblo con José María de Macareno

De Granada vino el Gran Fanfarria y familia. Él era de Órgiva, Granada, y su mujer Concha de Huéscar. Él se llamaba Sebastián Martín y su mujer Concha Fernández. Sebastián era un líder en su época, ya que era muy dicharachero.

El matrimonio tuvo 10 hijos; siendo ya mayor, el que suscribe le decía:

-¡Fanfarria¡

El contestaba:

-¡De Fanfarria ya no queda nada.!

Pero sí que hay mucho, ya que sólo entre hijos, nietos y bisnietos son 63, y los que pueden venir

Los hijos y nietos son: Carmen tiene 8 hijos y 17 nietos; Juan 1 hijo y 1 nieto; Angelita 5 hijos y 5 nietos; Conchín 6 hijos y 1 nieto; Lola 2 hijos; Sebastiana 2 hijos; Kiko 1 hijo; María José 2 hijos; Manuel ninguno y Tomás 2 hijos.

Muchos se fueron del pueblo, como la Carmen, que se caso con Antonio y se fueron a vivir a Castellón, pero otros se quedaron en Artana; una es Angelita, casada con Manolo (el Gorriato), Lola que se quedó viuda de José Alba (Parrús)

Órgiva está en la Alpujarra granadina, allí nació Sebastián Martín (Fanfarria). Ésta era conocida como Albacete de Órgiva.

El historiador árabe Suar el Kaici, considera que la palabra Alpujarra significa “La Fortificada”, si bien hay muchas opiniones diferentes, como que significa “agrupación de montes”.

En Órgiva está la biblioteca pública Hurtado de Mendoza, en la que hay una gran colección de ejemplares del Quijote traducidos a más de 50 idiomas. Esta ciudad fue cedida en1492 por los Reyes Católicos a Boabdil tras su capitulación, como lugar de retiro hasta que fue expulsado en 1493. Luego pasó a ser dominio de Fernando de Córdoba y Valor, que fue negociador con el pueblo Nazarí.

Fernando de Córdoba nacido de una familia importante musulmana. Se convirtió con los Reyes Católicos al cristianismo. Tras la revuelta morisca de 1568 -1571 renunció a las creencias cristianas y se convirtió en líder de los moriscos. Tomó el nombre musulmán de Muhammad Idn Umayya pero a los nobles moriscos se les conocía como Aden Humeya, y se proclamo rey de La Alpujarra.

La insurrección estalló por el edicto de Felipe II prohibiendo la lengua árabe y las costumbres musulmanas. Fue asesinado en el palacio de Laujar de Andarax, Almería, en 1569, por sus mismos seguidores, pues se volvió muy desconfiado y tirano. Le sucedió su primo Aben Aboo, al que muchos le atribuyen su muerte.

Después del cristiano Diego López, a la muerte de Aben Aboo, se da por concluida la guerra y empieza la deportación, hasta que finalmente en el 1609 el Rey Felipe III da por concluida la expulsión de los moriscos de España, con mil trampas y engaños, si bien muchos lograron quedarse pues 800 años son muchos como para considerar que ésta es su tierra y hasta algunos lograron volver.

La Inquisición introducida en España por la unión de Castilla y Aragón, hizo estragos entre la población musulmana en un periodo que duro desde los años 1478 al 1834, cuando fue abolida por Isabel II.

 

De Periana (Málaga) vinieron la señora Monsalut Ortigosa y el Tío Fernando Ortigosa; primero vino su hijo Antonio y después se trajo a sus padres y a sus hermanos Pepe, Luis, Fernando y Rafael.

 

De Huércal-Overa, Almería, vinieron y se quedaron aquí para siempre, Ginés García y señora, Isabel Viudez, que han tenido tres hijos: Ginés, Marcos e Isabel.

Ginés tenía un espíritu muy aventurero. Cuando cerraron la mina se fue a trabajar a Brasil porque allí tenía familia, después se vino y al poco tiempo se fue a Alemania, lo importante era ganar dinero donde fuera. Con su empeño y constancia sacó la familia adelante y hasta pudo darle carrera a su hijo Marcos.

 

El tío Mariano Soriano y la tía Antonia López eran de Mazarrón (Murcia), tuvieron 7 hijos: Paca, Joaquín, Esteban, Maruja, Bienvenida, Pedro y Mari Carmen

El tío Soriano -que era como se le conocía- era el técnico en hacer las bóvedas de las galerías con piedra. Su hijo Esteban se caso con una chica del pueblo Rosarito “Turma” y tienen cuatro hijos; el más pequeño, Bruno, es futbolista de primera división e internacional con nota alta. Ha jugado en varias ocasiones con la selección española dejando el pabellón muy alto, cosa difícil en una selección que es campeona del mundo.

Yo me he preguntado cómo el señor Soriano, siendo un especialista en su oficio, se vino a esta mina, si la comarca de donde él vino es la cuna de las minas, como el de La Unión. Se lo pregunté a su hijo Esteban y me contó que tenía un amigo que era facultativo de minas que le llamaban Antonio y le convenció para que se viniera con él. Se vino con su familia.

Les acompañó un joven que se llamaba José García, que a la postre se casó con la hija mayor del matrimonio, la Paca, y tuvieron dos hijos: José Antonio y Paco (Soriano) que es como se le conoce en el pueblo.

En la vida hay curiosidades que llaman la atención, de un nombre, un apellido o de un oficio, sale un mote.

En La Unión hay muchas personalidades célebres, entre ellas voy a citar a Ramón Perelló, que nació en 1930, que compuso muchas canciones sobre todo para Miguel de Molina, como son Mi Jaca, La falsa Moneda, y la incomparable La Bien Pagá, tan bien interpretada por el maestro; y para el otro Molina, el Antonio, compuso Adiós España y Yo soy Minero

 

También de La Unión (Murcia) llegaron Luis García y Clemencia Ros, que han tenido cuatro hijos y dos hijas: Alfonso, Luis, Rosa, Juan Vicente, Fina y Antonia. Alfonso vive en Onda, Luis en La Vilavella, Juan Vicente en La Vall d’Uixó, Rosa en Borriana y Fina y Antonia en Artana. Pero cuando llegan fiestas todos vuelven a su lugar de origen: Artana.

 

De Huete, Cuenca, llegó el Bigotes, Inocente del Rey, que estaba casado con Guadalupe de la Cruz y que tuvieron 4 hijos: Inocente, Pedro, Eusebio y José. Al tener su padre de apellido “del Rey” y su madre “de la Cruz”, ellos tenían por lo tanto “del Rey de la Cruz”.

Cuentan que un día iba el Pedro con una bicicleta y se cayó. Lo llevaron al ambulatorio desmayado y lo atendió un médico. Al reanimarlo, el médico le pregunta:

                -¿Cómo se encuentra?

                Él dice:

                -Bien, pero lo veo todo negro, hasta a usted lo veo negro.

                El médico le contesta:

                -Es que soy negro

                Era un médico de color que estaba haciendo una sustitución en el pueblo y que él no conocía.

 

Los padres de Zenón, Gloria, Cansío y Vitoria vinieron de La Almarcha, Cuenca, junto a la familia de Marcelino De Dios y Josefa Rentero.

La Almarcha, en la comarca de La Manchuela, está situada en la zona de transición entre la Serranía y la Mancha, allí se encuentra el famoso pozo Airón, al que se le atribuye la leyenda de Don Bueso que pretendió ahogar a sus 24 concubinas, cayendo él finalmente en el abismo gracias a la astucia de una de sus potenciales víctimas.

Airón fue un dios prerromano que se relaciona con aguas profundas, ubicadas en pozos y lagunas; en España hay 79 topónimos que llevan el mismo nombre, este pozo natural fue visitado por Carlos I en 1528 y también por su hijo Felipe II.

Los primeros en venir fueron la familia Zenón con 4 hijos muy pequeños, Cansío solo tenía 8 meses

Al cabo de un tiempo se vino la familia De Dios – Rentero con 2 hijos, ya en Artana nacieron otros cuatro.

Dos hijos del señor Zenón Ordóñez y la señora Vitoria Tierno, en su juventud jugaban al fútbol y eran muy buenos por cierto. Gloria se caso con José Visca, la Vitoria era la alegría de la casa y querida por todo el pueblo por su simpatía.

Marcelino de Dios y la señora Josefa Rentero han tenido 6 hijos: algunos nacieron en La Almarcha y otros aquí. Son Marcelino, Carmen, Josefa, José Luis, Lola y Ramón.

Cuenta José Luis, el dueño del Bar Jolvis, que un día uno del pueblo le llamó forastero, a lo que él le contesto:

-Forastero serás tú, ya que yo he nacido en Artana y tú naciste en Castellón.

Esto demuestra hasta qué extremo están identificados con el pueblo, los que la gente llamaba “mineros” despectivamente.

 

De otra comarca de Cuenca vino Antonio Pardo y su esposa María Alonso. Él era de Casas del Río (Albacete) y María concretamente de Tresjuncos (Cuenca), el famoso pueblo que vio nacer al célebre bandolero “Paquillo” y a su hijo Pepe, que pusieron en jaque a la mismísima Isabel II por los años 1839. Ésta les tuvo que ofrecer unas tierras a cambio de que la dejaran tranquila.

A principio del siglo xx desapareció del pueblo José María Grimaldos (Cepa) dando lugar a uno de los errores (si es que fue un error) más lamentables de la historia judicial Española, conocido como “El Crimen de Cuenca”.

En Cuenca tuvieron cuatro hijos: Enedina, Antonio, Trinidad, y Juan. Durante un tiempo su padre regento la centralita de teléfonos del pueblo, después se hizo cargo su hija Trini.

 

Otros que también vinieron de Cuenca, en este caso de Villar de la Encina, fueron la señora Emiliana Ramírez con su marido Balbino Portillo, si bien ella vivía con Amancio Portillo. Esto es porque le pusieron de nombre Balbino pero a él no le gusto y se hacía llamar Amancio.

Tuvieron varios hijos y con Luis se repitió la historia del padre ya que le gustaba que le llamaran Antonio y por ese nombre se le conoció; le seguían Segunda, Pilar, Mari Cruz, Isabel y Julián.

 

Vinieron también dos hermanos de Emiliana, David y Adelaido. Este último tuvo un accidente en la mina y falleció muy joven.

David se casó con Soledad Valeroso que era de Villalgordo del Marquesado.

Cuenta Julián que en ese pueblo todo el mundo es chato. “-Es como si les hubieran dado un planchazo en toda la nariz”, comenta con ironía.

 

Del matrimonio entre David Ramírez y Soledad Fernández nacieron cuatro hijos: Antonio, Manolo, José Ángel y su hija Sole.

David, al igual que todos en aquella época, las pasó canutas para criar a la familia, pues España no estaba en su mejor momento económico.

Después de salirse de la mina se colocó en la obra del campo e iba a trabajar con una bicicleta que no llevaba frenos ni luz, por lo que frenaba con los pies.

Cuando recuperó un poco su economía se compró una moto. Él decía que le daba mucho gusto darle al puño del acelerador.

Cuando la estrenó pasó por la calle mayor a mucha velocidad, y al llegar a la plaza del Ayuntamiento no pudo parar y se empotró dentro de casa del tío Molinero.

A David le llamaban el Manquillo, porque tenía el brazo izquierdo algo torcido, pues en su juventud tuvo un percance y se rompió el brazo. Era muy valiente ya que él mismo se lo arregló como pudo con cuatro cañas. Era pastor y no siempre bajaba al pueblo.

David tenía un hablar muy peculiar y mil anécdotas que contar, él decía que cuando les silbaba a las cabras y ovejas se ponían todas firmes, pues a la que no lo hacía le calentaba a base de bien las orejas.

Cuando le llamaron para ir al servicio militar no pudo reunir bastante dinero para coger el tren y se tuvo que ir a pie. Salió de Villar de la Encina con destino a Vitoria y llegó cuatro días tarde, se presentó a la puerta del cuartel con un hatillo al hombro que parecía un “maletilla”. Un soldado lo presenta al sargento y éste le dice:

                -¿Usted no sabe que llega con cuatro días de retraso?

                -Sí, pero es que vengo a pie.

                -¿A pie de dónde?

                -Pues desde mi pueblo, de Villar de la Encina, provincia de Cuenca.

                -¡Pase hacia dentro, calamidad!

                El sargento dirigiéndose a un cabo le dice:

                -Cabo haga que este recluta se duche, le da la ropa nueva y una buena comida, y lo rebaja de la instrucción durante tres días, pues gente como ésta son los que necesita la patria.

Un día trabajando en el campo a la obra, pasa por allí un pastor con un ganado de ovejas. El hombre llevaba al hombro un cabrito recién parido, y él le pregunta:

-¿A dónde va con ese zagal tan pequeño?

                -A casa, es que se le ha muerto su madre y lo tendré que sacrificar.

                -Y ¿dónde está su madre?

                -Ya le he dicho que está muerta.

                -Pues esa que está muerta es la que salvará a este zagal. ¿Dónde está?

                -Ahí, detrás de esa colina.

                Allá que se va David con un cuchillo a buscar a la oveja muerta. Cuando la encuentra le quita la piel y vuelve donde estaba el pastor, y le dice:

                -¿Qué oveja de todas tiene leche?

                El pastor le señala a una diciéndole:

                -A ésa ayer se le murió la cría

                David ni corto ni perezoso le pone la piel encima y se la ata con dos cuerdas

                -Ya puede usted soltar al zagal y ponerlo debajo de la oveja que a ése usted no lo sacrifica.

                Dicho y hecho, al principio se hizo el remolón pero cuando olió la piel de su madre se cogió a la teta, entonces le dijo:

                -Ve hombre ya tiene cordero,-el pastor rascándose la cabeza dijo:

                -Si no lo veo no creo.

                – Hombre está usted hablando con un profesional de la materia.

Cuando se jubiló, pensó en hacerse un pequeño rebaño de ovejas para entretenerse. Como aquí en el pueblo de Artana todos los años venían ganados trashumantes de Teruel –que aún siguen viniendo- se va a hablar con el pastor, para ver si le podía vender quince o veinte ovejas. El pastor le contesta que no hay ningún inconveniente, se ajustan en el precio y le dice que elija las que quiera, creyendo que estaba haciendo el gran negocio, entonces David le dice:

-Quiero ésa, aquélla, aquellas dos de allá, ésta de aquí también, y ésta. Entonces el pastor dice:

                -Alto, alto, usted sólo se quiere llevar las que paren dos. Estará bien que coja alguna pero no todas.

Así era David: un sabio en su oficio.

 

El señor Aulló era de Redobán, Alicante, y se casó con Carmen de Rufa, la Rubia. Tuvieron dos de familia: Joaquín y José Aulló.

 

Ignacio y Manuela eran de Guadalcanal pero vivían en un cortijo de jornaleros, concretamente en el Cortijo “El Gallo”. Allí la vida era dura y esclavizada -como en toda España en aquellos tiempos.

Los dueños del cortijo -como en tiempos del feudo- seguían explotando hasta casi la esclavitud a sus jornaleros. Sólo les daban cobijo, poca comida y un mísero sueldo que no cubría sus necesidades por una jornada de sol a sol, incluso de 24 horas, ya que si necesitaban algo en mitad de la noche no dudaban en pedírselo o podríamos decir mandárselo.

Un día se presenta en el cortijo un tío de Manuela que se llamaba Juan y era capataz de la mina en Artana. Les pregunta si estarían dispuestos a irse a ganarse la vida a otro sitio, ellos contestaron que con tal de salir de allí, donde fuera.

Prepararon lo poco que tenían, se suben al tren de Guadalcanal a Sevilla y de Sevilla a Nules con el famoso tren “Sevillano”.

En unos días llegaron al pueblo con los dos hijos pequeños que tenían, Manuela e Ignacio.

Con ellos también se vinieron la familia de Manuel con su señora y varios hijos. Esta familia estuvo poco en el pueblo, pues se fueron a vivir a Vila-real

 

Vino un Guardia Civil retirado también a la mina pero vino como oficinista. Era el señor Serrano y su señora.

En el pueblo toda la gente que venía de fuera y no era conocida se les llamaba señor y señora. Sin embargo para los nativos aún hoy se les llama tíos y tías Esto demuestra el parentesco que tenemos con los musulmanes, pues ellos para dirigirse a sus mayores lo hacen con los términos de “Jelti” y “Jale” que significa tío y tía, no en balde estuvieron aquí ochocientos años y esto da para eso y mucho más.

El señor Francisco Serrano era de Guareña (Badajoz) y la señora Consuelo Barco de Valencia. Los hijos son Francisco, Mari y Ángel.

Francisco, el mayor, ahora vive en Sevilla y también es guardia civil. Tiene siete hijos y son todos varones.

Varios hijos de Francisco viven por esta zona pero uno de ellos, Raúl, se caso con Ana Catret y viven en Artana. Él y sus hermanos venían a casa de sus tíos a pasar vacaciones. En una de estas estancias conoció a Ana que lo atrapó con su simpatía y es que las chicas de Artana son muy zalameras.

Mari está casada con Vicente Campos y no tienen hijos. Tal vez por eso para ellos sus sobrinos son como hijos. Es muy buena persona como su marido y su hermano Ángel, soltero. Ha trabajado muchos años de mecánico en Talleres Silvestre, conocido como el taller de “Cagarnera”, y es querido por todo el pueblo.

 

Desde Parada, provincia de Sevilla, vino Manolo García que se caso con Marí Pachano. Después del peligro de la mina aún desempeñó un oficio más peligroso, que era el de pocero, pero muy relacionado con la mina. A eso le llamo yo vocación y valentía, lo demás son tonterías.

Llegaron también Juan Martínez y señora, Isabel Fortes, con cuatro hijos: Juan, Mariano, José e Isabel. Vinieron de Hellín (Albacete).

También de Albacete vinieron Juan García y su mujer Felicita Fernández con cuatro hijos en el matrimonio: Felicita, Bienvenido, Vitorieta y Adora.

Pongo a estas dos familias juntas porque al poco tiempo de estar aquí él se quedo viudo y ella viuda. Al cabo de un tiempo se unieron en matrimonio.

En aquella época era costumbre cuando se casaba una viuda y un soltero hacerle “La Esquellá”, que consistía en persuadir al joven para que se lo pensara dos veces antes de casarse, pero era en plan de broma. Pero lo que antes era una broma después se volvió en gamberrada. A Juan y Felicita también se la hicieron pero no procedía pues él era viudo y ella también.

Desde donde más familias vinieron fue de Guadalcanal (Sevilla): llegaron la familia de Manolo Gordón y señora, Carmen Chaves con tres hijos: Manolo, Juan y Carmelina.

Manolo “el Gorriato” vino a la mina pero él nunca llegó a trabajar en ella ya que él era más bien un hombre de letras. En su pueblo, aparte de ser panadero, se dedicaba a enseñar a mucha gente a leer y a escribir.

 

Por aquel mismo tiempo, llegaron su cuñado Francisco Chaves y señora, Beatriz Barragán, con dos hijos: Mari Carmen y Francisco, acompañados de sus hermanos Juan y Manuela Chaves, que como he dicho antes se casó con José María de Macareno

 

También estaban Esteban González y su mujer Emilia Gómez, él es de Guadalcanal y ella de Jodar (Jaén) con 5 hijos y dos hijas. Los hijos son: Esteban, Emilio, Vicente, Luis y Sebastián. Las hijas, Rocío y María José, que si las hacen más guapas las estropean.

Vinieron dos o tres familias más del mismo pueblo pero éstas sólo estuvieron un par de años. Con estos datos que aquí están escritos casi hay motivos para hermanar a Guadalcanal con Artana.

Guadalcanal está en el valle, entre las sierras del Agua y del Viento, en la comarca de la sierra norte de Sevilla.

Durante el año se hacen dos romerías a la Virgen de Guaditoca, en abril y septiembre, pues la imagen está cinco meses en el pueblo y siete en el Santuario a 11 km de la ciudad. A este santuario se llega al pueblo por el Paseo del Cotillo alto y el Cotillo bajo, pasando por la antigua calle Olleros se llega al paseo de la Cruz y vemos el convento de Santa Clara. También La Almona, cerca está la Plaza Mayor con el monumento a Abelardo López de Ayala; además podemos ver La Torre de Santa María que data del siglo XIII y dentro está la Capilla del Cristo del Amarrado, La Milagrosa y de Jesús de Nazareno.

Aparte de estas familias que se quedaron vinieron otras que fueron más efímeras. Muchos de sus descendientes nacieron en el pueblo.

Eran de las familias de Manuel, que también era de Guadalcanar: Pedrete, que tenía por lo menos siete hijos; Romualdo cuatro, un cuñado de Romualdo cinco o seis, otro que le llamaba Tomás Pines y su mujer Feliciana, que tenían doce.

Otras familias numerosas son: La familia de Moronga, la de Picazo y la de Mateu que era valenciano.

Jesús, era solo y le llamaban Callo, no sé si me dejaré alguno, si es así que me perdone pues no es mi intención. El pueblo de Artana debe sentirse orgulloso de tenerlos como ciudadanos, pues ellos han contribuido en la parte que les corresponde a hacer el pueblo más próspero. Y de la palabra “minero” que tan despectivamente se decía, ya no queda nada. Ahora estamos orgullosos de ellos y los admiramos por el trabajo que hacían. Todo lo que aquí está escrito es a nivel personal, si algo he omitido o me he pasado espero que no se me tome en cuenta.

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