Mn. Lluís Vilar: “D. Vicente Tomás Martí”
Un dels llibres de Mossen Lluís és Artanense notables, una col·lecció de biografies bàsicament dels capellans fills d’Artana des de la repoblació de 1611. En general es tracta de personatges sense cap altre mèrit que tindre estudis, dels que hi ha poca informació i per als que Mn. Lluís inventa i adorna amb ingenuitat i una certa rutina. Les va anar escrivint entre les dècades de 1910 i 1920.
Entre totes les historietes destaca la del seu contemporani Vicent Tomàs i Martí, de qui fa una semblança… com a mínim polèmica, amb un objectiu d’adoctrinament molt agressiu. Pensem que és un document interessant per a entendre l’època i també per a historiar al que fou portaveu del valencianisme agrari. Donat l’interés de la biografia entre totes les de Mn. Lluís, anem a deixar-la, ni que siga temporalment, per facilitar-hi l’accés.
CAPÍTULO XXVIII
D. Vicente Tomás Martí
Este ilustrado hijo de Artana nació en el año 1901, de Vicente Tomás y de Antonia Martí, y se le puso en el bautismo el nombre de Vicente. Su padre procuró que su hijo y primer vástago creciera lo más robusto que pudiera físicamente, aunque no conozca nada de la religión católica, ni de la piedad cristiana, porque él juzgaba que la religión no tiene importancia, y es un estorbo para el progreso de las ciencias. Pero él miraba muy conveniente y necesario que se desarrollase mucho su físico, esto es, mucha animalidad y dineros para disfrutar; pero su madre luchó mucho en ese concepto y procuró que su Vicentico estuviera instruido y educado en católico, y procuró que conociera la instrucción religiosa.
El niño se desarrolla como su padre deseaba, gordo y robusto, como un cachorro hermoso. Cuando tuvo sus años el niño empezó los estudios del Bachillerato; y con el mal ejemplo que continuamente recibía de sus compañeros, la libertad que tenía fuera de su madre y lejos del pueblo, las indicaciones que recibía de algunos individuos de su misma familia, pudieron más en el niño que los esfuerzos de la madre, porque el estudiante ya era de sí materia propicia y predispuesta a todos los desvíos de una mente extraviada. Vicentico es un mal estudiante, en el sentido moral, es un ateo práctico y hace alarde de incredulidad.
Su padre, que es el mayor culpable de los desvíos de su hijo, paga muy bien o a muy buen precio la culpabilidad que en ello tiene, porque las groserías, las irreverencias, las palabras gordas y hasta los insultos que de su hijo Vicentico recibe, son incontables. El pobre Vicente está por completo desautorizado ante su hijo estudiante, y tuvo que aguantar palabras gordas, reproches insufribles que debían llegarle al fondo de su alma, pero como carecía de autoridad, las tenía que sufrir y aguantar aunque fueran de mal grado.
Mas hay que añadir, en honor a la verdad, que Vicentico solamente era grosero, mal educado, brusco, irrespetuoso en su casa, con sus padres, con los que le habían engendrado y no le habían dado la educación que debían, en especial, el mayor culpable fue su padre, y a él dirigió el hijo los mayores reproches y las palabras más gordas. Parece que sea un castigo del Cielo. El desgraciado padre para humillado y abatido. En cambio para los de fuera, para los extraños Vicentico era atento, mirado, respetuoso. Nunca fue de costumbres públicamente malas, y era sencillo y trabajador, ni fue vanidoso, parecía un hombre maduro por los años. Solamente tenía el defecto capital de ser antirreligioso, pero no era él el mayor culpable en este capital delito, que no dejó de escandalizar a muchos.
Así continuó Vicentico toda su primera juventud, cuando la imaginación vuela y la razón aún no está del todo desarrollada, cuando dominan las pasiones y nos gobierna la fantasía y la ilusión. Durante todo este periodo de exaltación y de nerviosidad antirreligiosa, estudió Vicentico el Bachiller con bastante aprovechamiento y esplendor.
Después de adquirir el título de Bachiller, emprendió los estudios de facultad mayor de Medicina con más aprovechamiento que el Bachiller, porque el joven va entrando en razón, y considera mejor que debe estudiar y trabajar. En esa segunda etapa de su vida estudiantil, continúa con los mismos sentimientos antirreligiosos, pero con más conocimientos y mayor malicia. Y debido a estos sentimientos antirreligiosos, había concebido un valencianismo sui géneris, antipatriótico, separatista, influenciado por el catalanismo falso y separatista. Vicentico fue un campeón inolvidable de la juventud valencianista, fue el alma de ese grupo de valencianistas, que estaban dirigidos por los catalanes según se cree. Era un valencianista exaltado, acérrimo y exagerado, como lo son los catalanes, y hasta como estos imprudentes y groseros con los que no piensan en catalán y valenciano como ellos. En ese sentido empezó Vicentico a trabajar, a estudiar la lengua valenciana, a compenetrarse de ella, a conocer su filosofía del lenguaje, a perfeccionarse en todo lo que pertenece a los problemas que contiene el complejo problema del valencianismo. Y ese problema del mal valencianismo encontró en Vicentico un excelente paladín; pero dentro de su extravío fue siempre digno de elogio, porque no fue explotador de su idea, ni traidor que vendiese a sus secuaces, ni negociante de sus ideas, sino que fue siempre un convencido leal de lo que defendía, llevando él mismo la bandera en sus propias manos. Extendió así el valencianismo y lo defendió abiertamente como a la cosa mejor.
Al mismo tiempo que lleva la inmensa labor de esa organización del valencianismo, hace sus estudios de la carrera de Medicina, llevándolo todo adelante al mismo tiempo. Hay que conocer los trabajos de Vicentico y las energías que él desarrolla en problema del valencianismo: pues se necesita un hombre de buena cabeza dedicado de lleno a esa cuestión y solamente a ella; y Vicentico atiende a todo ese trabajo físico e intelectual y además tiene que hacer la carrera de médico y la hace y la lleva adelante sin tener que lamentar retrasos de asignaturas. Y un retraso que experimentó, un suspenso que le dieron, según me decía el doctor Laflor, condiscípulo suyo, yo aplaudo ese suspenso, y no tiene nada de censura si se mira la cosa como debe mirarse. Él estaba en aquella época al frente del movimiento regionalista, era el presidente de la juventud valencianista, y en ese sentido estaba comprometido ante Valencia y ante el reino valentino y Cataluña a defender el idioma valenciano; y Vicentico no hizo como los revolucionarios de mala casta que lanzan al peligro a los infelices y ellos se alejan de él, sino que debiendo dar ejemplo de ese valencianismo, lo dio y llegó el día de exámenes, y Vicentico dio el ejemplo de ir examinándose en valenciano y haciendo un examen brillante; pero el tribunal lo tomó como un reto que él hacía hacia el idioma oficial, y por eso le suspendieron. Será si se quiere una exageración pero será siempre un convencimiento leal de lo que sentís, y en ese sentido es digno de aplauso y de elogio nuestro joven valencianista.
Debido a ello hizo una propaganda intensa y continuada durante años, por cuya labor le hicieron colaborador de algunos periódicos, entre los que era de plantilla en la “Correspondencia de Valencia”, quien estaba encargado de la sección diaria de “Efemérides”, y muchos días traía el artículo de fondo sobre asuntos valencianistas redactados en correcto valenciano, firmado por D. Vicente Tomás Martí. En esas propagandas arrastró no solamente a cuatro jóvenes estudiantes, deseosos siempre más de juergas que de libros, sino que también a profesores del Instituto de la Universidad. El nombre de Tomás había adquirido ya cierto renombre y popularidad en Valencia y su reino. Pero cuando llegó el activo e irreflexivo valencianista a sus 18 ó 20 años, cuando los asuntos le empujaron más allá de Valencia y llegaron hasta cerca de Castellón sus trabajos de resurgimiento y tuvo contacto con elementos católicos de la Plana, con algunos sacerdotes instruidos y encontró en ellos un apoyo que no esperaba, ni se lo imaginaba, y vio personalmente que los sacerdotes no son tan estúpidos e insípidos como se lo imaginaba y la habían dicho los izquierdistas, tuvo un chasco agradable, y eso fue una causa para que él reflexionara sobre sí mismo, y viera todo lo contrario de lo que antes había creído de los sacerdotes y de los elementos católicos: fue para él una grata sorpresa. Entonces empezó a evolucionar, a dejar aquellos ridículos radicalismos regionalista, como hacen los catalanes y él hacía; y empezó a defender en la escuela la enseñanza bilingüe, cosa que yo defiendo también, no solamente por el valencianismo, sino que también por ayudar a la inteligencia verdadera de las cosas en los niños. El concepto de Vicentico de la enseñanza bilingüe, lo aplaudo y defiendo. Una noche me explicaba en mi casa este tema según él lo sentía, y coincidimos en todo. Esta fue una de las primeras sorpresas que experimentó y que le predispusieron para la evolución favorable que la gracia de Dios iba obrando en él de un modo muy ordinario y lento y natural.
Durante su carrera de estudios de medicina en Valencia y su estancia en la capital, metió mucho ruido con el valencianismo y llegó a sus 21 años a ser en Valencia una figura saliente. Él consiguió comunicar y hacer partícipes de sus ideas y entusiasmos a muchos escolares y a profesores de varias facultades y movió a muchos doctores y los llevó a varias excursiones de propaganda regionalista. El 7 de Julio se celebró un gran aplec en la montaña de San Antonio del término de Bechí, año 1922, movido y dirigido por Vicentico, en el que hablaron los profesores. “Primero explicó la significación del aplec Vicente Tomás Martí, e hizo historia de los aplecs anteriores, celebrados en otros años en parecida fecha a la presente… En aquel acto quedaron constituidas tres juventudes valencianistas en los pueblos de Bechí, Artana y Villarreal… Se firmaron las conclusiones y unos escritos dirigidos a las tres Diputaciones acordando la cooficialidad del Valenciano y a las de Castellón y Alicante pidiéndoles hagan como lo hizo la de Valencia” (Diario de Valencia, 9-7-1922).
En este aplec se acabó de dar a conocer la gran asamblea valencianista que estaba proyectada. Y al celebrarse la interprovincial indicada, presidida por las tres Diputaciones, denota, dice el Diario de Valencia, que el Sr. Tomás Martí y su juventud valencianista evolucionan en buen sentido. El conseguir esta juventud, dirigida y presidida por Tomás Martí, la celebración de esta asamblea, es un triunfo estupendo para Tomás Martí (Diario de Valencia 21-7 en segunda página; 23-7 en quinta página; y 27-7-1922). Él no sólo interesó y movió las Diputaciones regionales, sino que trabajó también en las aragonesas y las llegó a conmover, en especial la de Zaragoza, para que el valenciano fuese interregional. En aquellos días er Vicentico la primera figura valencianista y alternaba y se codeaba con las primeras autoridades del reino: diputados, presidentes de las Diputaciones, Alcaldes, Gobernadores, etc., etc., y se le consultaban ciertos asuntos valencianistas y él daba su resolución o parecer, y fue en aquella asamblea muy atendido y muy respetado por todas esas altas autoridades: es cuanto se puede decir en pro de un escolar de 22 años, que aún no ha terminado sus estudios de su carrera. Concebidos tenía grandes proyectos pro Agricultura y en defensa del labrador. Vicentico Tomás era una esperanza en el reino valentino.
Pocos días después, apenas llegó a su casa, hizo en el pueblo y su juventud valencianista, que la integraba lo más instruido del pueblo, muchos congregantes de San Luis Gonzaga con el Cura, Dr. Manzana, como cumple un buen hijo con sus padres y hermanos, y después de llenar dignamente la comisión que le encomendaron, hizo un llamamiento y acordaron él y el Sr. Cura reunirse en el salón de la Iglesia y les explicó a todos los valencianistas del pueblo y algunos de la Plana, la asamblea interprovincial, su labor, sus trabajos y sus resultados. Además expuso al numeroso público, con brillante conferencia, sus ideales, su vasto plan regionalista y los medios para desarrollarlo. ¡Muy bien por Vicentico! Como excelente valencianista tenía meditada la reconstrucción del reino de Valencia en su historia tanto de la capital como del reino. Sobre la historia de Artana tenía trabajos hechos y excursiones que me maravillaban. Yo le pedí más de una vez ciertas explicaciones sobre Artana que me satisfacía con mucho gusto y me llenaban sus datos y explicaciones. Yo tenía intención en mi historia de Artana de pedirle su valiosa intervención, porque en este asunto profundizaba más que yo: tuvo gusto y ocasión de estudiar mucho ese asunto en Valencia y de estudiar sobre el terreno lo que no pude realizar.
Parecía que no tenía otra cosa en su mente exaltada de ideas y llena de proyectos que el problema valencianista, pero si miramos los estudios de historia valenciana, parecía también que no preocupaba otra cosa su entendimiento; y, sin embargo, tenía que atender otros muchos asuntos, entre ellos a terminar brillantemente su carrera. Mas le fue muy favorable el ver que en Villarreal el canónigo Dr. D. Manuel Rius, arcipreste de la catedral de Tortosa le secundó mucho, y que los congregantes de S. Luis Gonzaga capitaneados por el Sr. Canónigo fueron más valencianistas y más regionalistas que él mismo, y que en Artana el Cura Dr. D. Facundo Manzana le secundó también cuanto puedo y le encauzaron hacia el verdadero regionalismo que él aceptaba, fue la ocasión que le hizo casi convertirse: tan grande fue la transformación que en él se estaba realizando, que terminó por su conversión.
En este tiempo fundó un periodiquillo, una hoja mensual, titulado El crit de la montanya, redactado en valenciano puro, figuraba salir de Artana, pero se tiraba en Valencia. Esta hoja mensual esta casi toda redactada por él, aparte de lo que publicaba en los periódicos casi a diario, y las efemérides de la Correspondencia de Valencia. A sus 23 años terminó, en medio de una barahúnda de trabajo tan complejo, de relaciones tan complicadas, más que suficientes para ocupar media docena de cabezas regulares, su carrera de médico con bastante esplendor.
Antes de terminar su carrera ya tenía en Valencia algunas visitas, que muchas familias conociendo sin duda su buen nombre, pusieron en él su confianza y le encomendaron la salud de sus miembros y sus enfermedades. Habiendo terminado sus estudios y graduado de doctor, pronto fue contratado como titular por el Ayuntamiento de Villafamés. Allí estuvo una temporada e hizo una buena campaña, combatiendo la epidemia tifoidea que desolaba aquel pueblo. Debido a los trabajos y el poco cuidado que de sí tenía, cogió la gripe con infección intestinal. Él se guardó un poco unos días, pero no todo lo que le convenía guardarse.
En aquellos días se había contratado con otro municipio cerca de Valencia, y al ir a Picaña a terminar el contrato y capacitarse de la población y firmar dicho contrato, pasó por Artana y estuvo dos días cuidado por su cariñosa madre; y viéndose bastante bien, se marchó porque en Picaña le esperaban impacientes, porque pasaban los días y el nuevo médico no iba ni hacía acto de presencia. Estuvo allí cuatro días en cama, en cuyo tiempo tuvo que hacer grandes esfuerzos para no desatender la multitud de atenciones y obsequios que le prodigaron, porque como su nombre era ya tan conocido, todos le miraron como un prodigio. Mas aquella maligna, no terminada de curar en él, se desarrolló con nueva furia y degeneró en un tifus rabioso y desesperado: no hubo remedio para él. Vinieron eminencias médicas de Valencia, como [Fernando G. Rodríguez] Fornos y otros, pero no pudieron conseguir nada.
Me decía su madre que cuando vino de Picaña volvió a pasar por casa, porque se encontraba muy mal, y al entrar en el patio se le echó encima al cuello y le dice: “Mare, estic molt mal; jo me morc”. Se acostó y enseguida estuvo grave desde aquel día. Unos días después, cuando él vio que su gravedad y peligro continuaban, estudió el asunto que más le interesaba, examinar su conciencia que hacía años que no se preocupaba de ella. Y cuando ya tuvo algo pensado llama a su buena madre y le dice: “Mare, yo estic mal, mol mal i molt grave, en estat mol perillós: es lo més probable que yo no m’alse deste llit. Cride al Sr. Retor i pasaré conters en éll”. Su pobre madre, toda enternecida, inundada de dolor y pena, le dice: “Sí, Visentico, fill meu, presisament el Retor i ton amic Ricardo volen vindre a voret. Mare, a Ricardo li agraisc la bona voluntad, pero que no vinga, mare. El Sr. Retor si, perque es el que yo nesesite”. El ilustrado valencianista confesó, comulgó y recibió todos los sacramentos que preceden y disponen para una buena y cristiana muerte. Después deseaba que el Cura estuviera continuamente en su cuarto y en su compañía. Tanto requería y deseaba su compañía y amistad más íntima y sincera, que le dijo: “Sr. Retor, si yo m’alse d’este llit, qu’es molt difisil, yo m’en aniré a viure a sa casa en sa companya”. El Cura le contestó: “D. Visent, si s’apanya, en molt de gust”. Todo eso nos demuestra que D. Vicente había evolucionado, que se había convertido a Dios y tenía la incomparable dicha de volver al Señor. Sin duda le fueron muy saludables y muy convenientes las lecciones que le dio de instrucción religiosa su cariñosa madre. Quiero que conozca, decía ella, la instrucción religiosa, quiero que mi hijo sea educado en católico. Ahora se vé: si Vicentico hubiera ignorado por completo la religión católica, de seguro o por lo menos hubiera sido más difícil su conversión. Así murió como católico el día 2 de Febrero de 1924, a sus 24 años de edad.
Su entierro fue solemne; y por parte del pueblo tuvo una concurrencia extraordinaria. Asistieron comisiones de varios pueblos y de las juventudes valencianistas y varias comisiones de las fuerzas vivas de Valencia.
Cuando se cumplió el aniversario de su muerte, Valencia, por medio de sus fuerzas vivas, pidió al Ayuntamiento de Artana hacer un homenaje público al que se llamó D. Vicente Tomás Martí y coronarlo con la dedicación de la calle en que nació y murió, la que se llama “Gran Vía” rotularla con su nombre. Todo fue concedido y realizado el 3 de Febrero de 1925. Una gran multitud de forasteros de todas las clases sociales y de varios pueblos de las provincias de Castellón y Valencia. De Valencia varias comisiones de la Medicina, de la prensa, del regionalismo, de la política, diputados provinciales y a Cortes, grupos de Sagunto, de Villarreal, de Burriana, de Bechí, de Onda y hasta de Tortosa vinieron a esta histórica villa y la inundaron una multitud de autos, que es difícil que se repita otro espectáculo como éste, que honró y engrandeció al finado y a su pueblo. Se descubrió solemnemente la lápida de D. Vicente, tirando del cordón el Sr. Alcalde y maestro nacional e hijo del pueblo, D. Vicente Herrero. Hubo discursos y alabanzas al difunto. Habló en nombre de Valencia el exdiputado a Cortes Dr. D. Ernesto Ibáñez Rico, descendiente y pariente del finado de Artana; hablaron otros dos de Valencia en nombre de las fuerzas vivas de la capital; habló otro en nombre de Villarreal y de los luises que formaban parte de la juventud valencianista de aquella ciudad; habló otro de Burriana; otro en nombre de Sagunto; otro en nombre de Onda; otro en nombre de Tortosa; y el muy ilustre Sr. Dr. D. Manuel Rius, arcipreste de la I.C. de Tortosa habló en nombre del Cabildo Catedral de Tortosa y finalmente habló mosen Juan Novella en nombre del Clero y pueblo de Artna, manifestando, para que los forasteros lo supieran y no se formaran falsas ilusiones y lo aplaudieron los sacerdotes, como Rius y Nácher, etc., etc., que el Sr. Dr. D. Vicente Tomás Martí murió cristiana y piadosamente, porque él ya iba evolucionando hacia la verdad irrefutable de la religión católica, y tuvo la dicha el homenajeado de morir públicamente como católico. Por último habló en nombre de la familia su tío materno, Juan Martí Portalés, para manifestar la gratitud de toda la familia al esfuerzo y sacrificios que habían hecho todos “para venir a honrar a este miembro de mi familia que nos dejó a todos trastornados; y al mismo no sabiendo cómo corresponder a tantas finezas de cariño, doy a todos las expresivas y cordiales gracias en nombre de padres, de toda la familia y mío”.
Escribió y publicó centenares de artículos, unas efemérides de Artana en valenciano, 5 cuentos del “Diumenge”, una obra francesa traducida al castellano, y tuvo gran aceptación el cuento que tituló “Les campanes de la meua terra”. Era también pintor. Bendito sea el Señor que recoge las almas descarriadas.
Molt bo, molt interessant! Recordeu que l’any que ve farà 90 anys que va morir este referent de primera fila del valencianisme. Gràcies pel text!